Esa espiga sembrada en Carabobo

La idea de un grandioso homenaje escénico a la Batalla de Carabobo, capitaneada por el Libertador en 1821, fue llevada al papel por César Rengifo en 1971, en la celebración sesquicentenaria del combate inmortal que aseguró la liberación de Venezuela y socavó el poderío militar español en toda Indoamérica. Concebida no como un drama sino como un retablo viviente, esta cantata teatral representa una cita eterna en la que se convocan a través de todos los tiempos los luchadores y luchadoras anticoloniales del gran continente colombiano, erigiéndose en un panteón o una multitudinaria liturgia de los pueblos, en la que resuenan, entre muchas, las vivas presencias de Guaicaipuro, Tiuna, Apacuana; Cuaricurián, Cuahtémoc y Tupac Amaru, así como de Negro Miguel, José Leonardo Chirino y Pedro Camejo, junto a Gual, España y Miranda, aglutinadas en torno a la espada de Bolívar, en una memoriosa vigilia perenne por el resguardo de la independencia futura.

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