Panorámica internacional: Venezuela en el mundo

El tema de Venezuela parece ser objeto de cámara permanente en el ámbito internacional, a sabiendas que en la actualidad se derrumban  vertiginosamente cada vez más los cimientos del modelo capitalista. Se hace preciso ubicar desde una experiencia autóctona y revisar la «situación» de nuestra nación en el mundo.

En este primer trimestre del año, presenciamos una crisis del orden mundial, con manifestaciones de mayor frecuencia e intensidad; reflexionando, se avizoran tres enfoques:

Estados Unidos, se está retirando de algunos espacios que otros actores parecen dispuestos a llenar. El abandono de sus compromisos multilaterales y la retórica de la “manzana del poder” no son ya más interpretados como una exhibición de fuerza sino como expresión de su cada vez más profunda de debilidad y un inminente vacío de poder.

En otro ámbito de la misma escena internacional, la cuarta revolución industrial nos refleja un acelerado cambio tecnológico que ya se está traduciendo en una redistribución del poder a escala planetaria y que está socavando las bases sobre las que se fundamentan los órdenes económicos y sociales de las economías más desarrolladas. Lo que produce una sensación de vértigo creciente ante la vertiginosidad de los avances en esta materia.

La vulnerabilidad digital y los cambios tecnológicos obligan a gobernar espacios que no eran gobernados, o estaban por descubrirse. Queramos o no, estamos todos formando parte de un mundo cada vez más digitalizado, la información científica y biográfica de los pueblos ahora ocupa menos espacio y mucha importancia, pero se hace cada vez menos privada.

El poderío estadounidense vemos que ha empezado a desmoronarse y son múltiples los indicadores que nos hacen de fácil comprensión el fin de la hegemonía de poder de EEUU.

Este 2018, marcado ya por las dinámicas afro-asiáticas que condicionan más las políticas europeas y norteamericanas que no a la inversa, nos invita a asistir a una inversión del poder geopolítico y geoeconómico heredado de Bretton Woods.

La ambición china provoca ya recelos en Estados Unidos, el actor que se había acostumbrado a jugar un papel hegemónico en el orden internacional y que todavía al parecer conserva cierta primacía en el ámbito militar.

No debe extrañarnos, si prestamos atención al panorama mundial en 2018, la península de Corea no sólo se distinga como noticia por acoger los Juegos Olímpicos de invierno, sino que durante todo el año encarnará uno de los principales epicentros de tensión global. Kim Jong-un, maniobrará pensando cómo mantenerse en el poder mientras China intentará preservar el statu quo y Estados Unidos, tratará de reivindicarse como potencia hegemónica en lo militar, dando pataletas de ahogado, con una divisa cada vez más debilitada.

Habrá líderes políticos dispuestos a hacer de este tema una bandera para atraerse el favor de las clases medias. Si el entramado financiero y el crimen organizado sienten que sus refugios ya no son seguros, no se resignarán sino que explorarán vías alternativas como la vuelta al dinero en metálico o a valores refugio como el oro, las materias primas o lo inmobiliario, y veremos como siguen surgiendo monedas en esquemas paralelos digitalizados con cada vez mayor respaldo y usabilidad.

La tendencia en 2018 parece apuntar a proseguir el desplazamiento del poder político y económico hacia las clases medias de las economías emergentes. Esto impulsará el consumo pero también intensificará el reto climático y la gestión de la frustración de todos aquellos que se sienten expulsados de estas dinámicas de crecimiento que, culturalmente vienen haciéndose sentir tenue pero contundentemente.

En las últimas décadas, hemos asistido a un proceso que parece imparable de concentración de población, riqueza y poder en el ámbito urbano y metropolitano. Igualmente, los grandes desafíos del planeta también se dan en las ciudades. La pobreza, la exclusión, las violencias o el cambio climático son fenómenos con una creciente dimensión urbana. En este contexto, va aumentando el número de líderes políticos del ámbito local que reclaman ser algo más que gestores e implementadores de políticas adoptadas por los gobiernos centrales.

Los liderazgos emergentes buscarán influenciar en las agendas globales vinculadas al desarrollo sostenible, comprensivos que las respuestas a los problemas grandes inician en el ámbito regional particular de cada nación. El reto está en lograr la definición y visibilizarse ante las otras naciones como protagonistas de su propio desarrollo, autorizados a tomar parte en las grandes decisiones geopolíticas y financieras que impone el futuro multipolar.

Muy probablemente veremos cómo los gobiernos locales y metropolitanos alinean sus estrategias de desarrollo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y cómo empiezan a implementar la Nueva Agenda Urbana. A las tensiones entre ciudades y gobiernos centrales cabe sumar otra línea de fractura que puede manifestarse a nivel global. Algunos territorios se sienten abandonados ante la pujanza de las ciudades globales. Se trata de zonas rurales, ciudades pequeñas y medianas, alejadas de los motores de crecimiento, o zonas industriales con procesos de reconversión fracasados. Algunos de estos territorios son ya y serán terreno abonado para fuerzas populistas o anti-establishment pero, en otros, podrían surgir movilizaciones y nuevas formas de acción política con potencial transformador.

Venezuela no es débil en el terreno internacional. A varias victorias en ese terreno hay que sumar el papel de liderazgo que nuestro país ha retomado en la OPEP, con éxito destacado. Sin embargo, nos atrevemos a vaticinar que ante el fracaso constante de los factores opositores internos, tenemos que prepararnos para una agudización de la agresión y la presión internacional.

El Presidente Maduro tiene una lección con las últimas elecciones parlamentarias y no se arriesgará a perder las presidenciales. La oposición tendrá que decidir si da por perdida la batalla político-legal y se centra en la calle, ya que no tiene muchas alternativas y tarde o temprano tendrá que adaptarse a la voluntad de la mayoría.

La Patria de Bolívar emerge con liderazgo heroico y ejemplarizante para los países del mundo, hoy más que nunca se fortalece, aún con  la complicidad de los medios de comunicación en el poder de nefastos apátridas e imperialistas, con comportamientos colectivos que se encuentran fuera de la legalidad constitucional y que alientan los atroces crímenes de las guarimbas terroristas, de los pirómanos inhumanos, aún así, es innegable el liderazgo, la influencia que está ejerciendo ya en el resto de Latinoamérica y el mundo todo, es un despertar, una tendencia cultural que aboga por la independencia y soberanía de los pueblos protagonizando sus propios destinos, su historia y su cultura.

En conclusión, terminaremos el año intuyendo desde ya un orden global alternativo al actual. Años anteriores podíamos hablar  de un orden que no mutaría, pero que sí cambiaría de manos. Hoy nos proyectamos en el análisis atrevido de aquellos actores que fundaron el orden liberal, defendiendo que serían menos firmes en su defensa y que aquellos que inicialmente lo percibieron como una imposición, estarían deseosos de hacérselo suyo.

Es una afirmación que sigue siendo válida pero que necesita ser complementada por la constatación de que proliferan los síntomas de crisis y agotamiento, en buena parte acelerados por procesos de robotización y digitalización de la economía. No es sólo el orden global el que está cuestionado, también lo están los órdenes regionales, e incluso, los contratos sociales en muchas partes del planeta.

Aquellos que reflexionan y teorizan las relaciones internacionales pero también los que desde los más humilde observación aspiramos a combinar análisis y propuestas, deberemos unir esfuerzos para identificar cuáles son los puntos de fricción y ruptura y articular soluciones que reduzcan los costes de transición y aumenten la resiliencia de nuestras sociedades. Estamos presenciando  un cambio de orden inminente en 2018 y es impostergable el debate sobre el posicionamiento de la propuesta «Socialista Bolivariana»en el panorama internacional actual.

Prensa Digital MippCI

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