Se busca un testigo opositor

En Caracas hay gente que nunca ha estado en el 23 de Enero. Sin familia, o novia que viva allí, quizá no había razón para ir. No han probado el mondongo, o jugado pelota, o llevado un pasajero en el taxi, o cualquier cosa que se pueda hacer en el 23. Ahora, está Chávez en el Cuartel de la Montaña. Y la gente va al 23. Con Antímano pasa igual; hay gente que nunca había estado allí. Chávez estuvo en La Pedrera. Era época de lluvias, el “Tiuna” patinó y llegó hasta el Tercer Plan. Él mismo manejaba, giraba instrucciones, pedía datos al alcalde Jorge Rodríguez, se molestaba cuando no le respondían rápido, exigía. Era (es) un arrecho, Chávez.

Fue él quién explicó que La Pedrera era antes una cantera. Fue Chávez quién convenció a los que no querían salir de que se fueran a los refugios. Que él se comprometía a que ellos no volverían a esa zona de riesgo. Hasta allá llegamos para entrevistar a dos testigos de mesa. Uno del Psuv, otro de la oposición.

En Antímano, cerca de la estación Mamera, hay un polideportivo y la casa de campo de Guzmán Blanco. Al lado, instalan un parquecito de los de la alcaldía. En el campo de softbol, a las diez de la mañana, un papá entrena a sus dos hijos. Son de la parroquia. Me dice que se tiene que usar mono, pero ese día estaba en chores. Estoy a la espera del yip y del fotógrafo. Pasa un camión: “Veinte plátanos por veinte bolívares”. Los panas de los camiones que venden plátanos o “tomate, fresco el tomate, de calidad el tomate, aproveche mi doña”, hablan igualito. Hay que entrevistarlos. Casi lo hago, pero llegó el yip y José Rivera. Y subimos.

Las comunidades organizadas pueden solicitar al CNE la instalación de un centro de votación, luego de cumplir estos requisitos, según Carlos Lara, técnico electoral: más de 500 electores, más de mil metros de distancia del centro de votación más cercano y que su instalación facilite el derecho al voto. Que la gente no tenga que agarrar yips y camionetas para ir a votar. La comunidad organizada del Tercer Plan de La Pedrera lo solicitó, los requerimientos se cumplieron y aquí estamos. Euclides Ruiz tiene 37 años, todos viviendo aquí, y es el vocero del Consejo Comunal María Auxiliadora, que se llama así por la virgen. El centro de votación funciona donde antes estaba una capilla. Me cuenta que en 2009 lo solicitaron al CNE. Este pana, anfitrión, me presenta a Gerlis Blanca, testigo del Psuv, y el testigo de la oposición queda en deuda: “No están, no hay”, dice. La pauta debió ser con dos testigos de mesa. Empiezo con Gerlis.

—¿CUÁNTOS AÑOS TIENES?

—Treinta y uno.

—¿Y QUÉ HACES?

—Del hogar.

—¿TIENES HIJOS?

—Sí.

—¿CUÁNTOS?

—Una. Niña.

—¿DE QUÉ EDAD?

—Nueve.

Aquí se rió, nerviosa. Que qué era tanta preguntadera. Le hablé de la revista. No la conocía, pero a Ciudad CCS sí. Le pregunto por un testigo opositor.

—Oye, por acá… no sé…

Se busca opositor en La Pedrera. Empiezo a preguntar. Nadie. Cuento: ocho personas. Nadie es opositor u opositora. Me dicen que les diga “escuálidos”. Igual no encuentro. Hace calor y hay ley seca, y las cervezas están “burda” de frías. Salud. Termino la segunda y hablo un rato con Zenaida Viana. Vive aquí desde hace 21 años. Es de Galipán, se enamoró de un gocho y él la jaló para Antímano. Toda su familia es revolucionaria, cien por cien con García Carneiro. Conoce opositores pero hoy no hay ninguno. Trabaja en el consejo comunal y el gocho en la construcción, en la Gran Misión Vivienda Venezuela. Tengo que terminar de entrevistar a Gerlis, testigo de mesa por el Psuv. Nos vamos a su casa. Antes, me consigo a una mujer joven con su hijo en brazos: Jessica Isabel, de 19; y Jean Luis, de 5 meses.

—¿TÚ VAS A VOTAR POR QUIÉN?

—Por Nicolás Maduro.

—¿CONOCES A ALGÚN OPOSITOR AQUÍ?

—¿Opositor cómo? ¿Escuálido?

—SÍ.

—No.

Bueno, no está fácil conseguir al testigo opositor. Jessica Isabel estaba allí: “Agarrando aire, hace mucho calor”. Vive con su suegra, la casa no está agrietada, también conoce Ciudad CCS y tampoco conoce la revista.

Llegamos a la casa de Gerlis. Su hija adornó la Canaimita con calcomanías. Discutimos acerca de la ley seca mientras nos refrescábamos. Salud otra vez.

—CUÉNTAME DE TU TRABAJO COMO TESTIGO. ¿TE PAGAN POR ESO?

—No, para nada. Eso es voluntario.

—¿LA COMIDA?

—Eso sí está totalmente garantizado. Nuestro desayuno, almuerzo, merienda, el cafecito.

—¿A QUÉ HORA EMPIEZAS?

—Nos paramos a las cuatro de la mañana. El toque de diana, los cohetones, y de ahí a quedarnos en el centro electoral. Velar por el trabajo político de la Revolución.

—¿CUÁNTOS TESTIGOS SON?

—Tres por cada mesa.

—¿Y DE LA OPOSICIÓN?

—Me imagino que también.

—¿Y ESTÁN AHÍ TODO EL DÍA?

—Nos rotamos. Una persona en la mañana, sale a las diez, entra la otra hasta las dos y luego la otra.

—¿Y NO DISCUTEN CON LOS TESTIGOS DE OPOSICIÓN?

—En la última elección sí, cuando llegó la hora de la rotación y me tocó salir. Medio me asomo y adentro había dos testigos de la oposición, cuando puede haber uno solo. Entonces, dije que yo también iba a pasar, que no sé qué. Y se salió. Cuando es el cierre sí podemos estar todos los testigos. Se cuentan todos los votos de una mesa, que es elegida por sorteo. Eso es eterno, se hace largo, porque es uno por uno. Al final, celebramos.

—¿NUNCA HA PERDIDO CHÁVEZ AQUÍ?

—Nunca. Aquí no. Es una pela, arrasamos (risas).

—¿ALGO MÁS QUE QUIERAS DECIR?

Bueno, igualito, pa’lante con la Revolución y apoyar a Maduro. Él fue el que nos dejó el Presidente, ¡a apoyarlo!

Nos tomamos algunas más. O me tomé, salvo José Rivera, el fotógrafo, quien fue comedido. Sigo buscando a un testigo opositor.

No se acabaron las “birras”, pero el deber llama. Alguien señala, a lo lejos: “Aqueeeeeeel señor que está allá, es escuálido”. Me acerco. No quiere decir su nombre, no quiere fotos, no quiere que grabe la conversación. El señor escuálido tiene un abasto. Vende cervezas. Es el destino. Pido una y hablamos largamente. Que era chavista antes, que las colas, que la escasez. Logro convencerlo y enciendo el grabador. Hicimos un trato: que su nombre no saliera, así que se queda “señor escuálido”. No es testigo de la oposición pero es opositor. Es lo más cercano a un testigo opositor que hay en La Pedrera. Se refiere a Chávez como “el papá de los helados”. En medio de la conversación escucho un ruido, como de cacerolas. No eran cacerolas, es la manera de anunciarse que tiene el camión de gas. Un repiquetear de bombonas, un ritmo. Joan Sánchez, el conductor, explica la tardanza, porque el señor escuálido me dijo que tenían dos meses sin subir.

—PANA, ¿ES VERDAD QUE TENÍAN DOS MESES SIN SUBIR?

—Teníamos veintidós días sin subir. Un problema con el transbordo del gas, pero ya hemos subido tres veces para que se den cuenta que sí estamos con el pueblo.

Y se van. El señor escuálido me habla de su nieta. “Es chavista la coño ’e madre. Tiene cinco añitos y yo pongo afiches de Capriles y ella me los quita y pone a Chávez” (risas).

—ELLA GANÓ ENTONCES.

—Okey, me ganó.

—¿Y LA NIETA?

—Está en Oriente, de vacaciones.

Me habla de sus hijos. Uno maneja un yip y es chavista. El otro es funcionario.

—¿CUÁNTO TE DEBO?

—Nada.

Me brindó la birra. Y nos fuimos.

Épale / Ciudad Ccs

POR GUSTAVO MÉRIDA
FOTOGRAFÍAS JOSÉ RIVERA

 

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