Revolución y retos sociales más allá de los tópicos – Por: Carme Ferré Pavia

Carme Ferré Pavia

Por: Carme Ferré Pavia

Universidad Autónoma de Barcelona (España).- Cada viaje nos enseña cosas del lugar a donde vamos, y cosas de nosotros mismos, nos enfrenta a lo que creíamos, sabíamos o creíamos saber, no siempre con acierto. Desde hace años sentí que la ciudadanía venezolana estaba muy dividida entre el chavismo y el antichavismo, y eso lo aprendí en Barcelona y no en Venezuela, en el tren en Plaza Catalunya, la parte más céntrica de la ciudad.

Quizás de eso haga más de una década, en una charla con un profesor venezolano que se dirigía a mi universidad, de quien no recuerdo el nombre −y tanto el común del venezolano como yo somos muy habladores. El entusiasmo y los argumentos del profesor con la revolución que suponía el gobierno de Hugo Chávez contrastaban con los comentarios de otros venezolanos que yo conocía, y entonces entendí que todos a su manera tenían razón y que la división entre la ciudadanía era muy marcada.

En los días de Venezuela Digital 2017 reviví ese mismo entusiasmo, tanto en el evento como con otros conocidos: el convencimiento, la ilusión, las ganas de continuar esa revolución en nombre del pueblo y con el lema de la figura de Chávez tan viva como el más vivo de los humanos. No vi fisuras. Pero de manera evidente también aprecié esa brecha entre unos y otros, un muro tan alto o bajo como uno lo quiera ver, ojalá no infranqueable.

De alguna manera, esa revolución que no quiere mirarse en el espejo de lo que le imponen desde fuera sino buscar un camino propio, me habla de otra revolución más cercana, la que quieren protagonizar gran parte de los catalanes para crear un estado propio, separado de España, y con ello hacer algo que no ha existido nunca: crear un estado en un territorio anexionado hace tres siglos por otro protopaís (una corona) que lo sometió cuando no existían aún los estados-nación, y hacerlo sin guerra ni violencia. Podemos llamarlo revolución política, aunque en general se propone dentro de los límites del capitalismo social y de la democracia representativa.

Cada país construye su historia, y a veces lo hace a la fuerza con parte de la población en contra. La contienda ha de servir para elegir a través de votos, pero no para gobernar. Hablo de Catalunya y no de Venezuela ahora. Quiero decir que en Catalunya no todos quieren la independencia de España, deberemos votar y decidir, y unos perderán y otros ganarán. Pero una vez decidido, y si la revolución política sale adelante, será un país de todos y los problemas serán de todos: la moneda, mantenerse en Europa, la balanza financiera, hacer frente al déficit español heredado, el posible boicot de España…

Y todos, los que votaron sí y los que optaron por el no, querrán mantener su bienestar, no retroceder en los estándares de cobertura social conseguidos, tener un pasaporte que les sirva para viajar… Los retos serán para todos.

Creo que Venezuela tiene ahora retos parecidos en cuanto a seguridad y escasez de servicios y productos. Y son también para todos. La gestión actual de la revolución hará que constituya una herencia para toda la sociedad o bien que suponga una extensión de la brecha.

En el ámbito digital, las sorpresas en Caracas a final de Marzo pasado, durante Venezuela Digital 2017, fueron mayúsculas; una creía que iba a un congreso y en realidad era un evento nacional, con medios de comunicación transmitiendo en directo y espacios multitarea funcionando en simultáneo. Los anfitriones fueron amigos; los cargos, cercanos. Un evento que yendo más allá de la academia y los congresos con inscripción, abría puertas a la ciudadanía y a los activistas. Las iniciativas digitales, muy avanzadas: ese activismo en las redes sociales, los grupos militantes de alfabetización mediática, los medios alternativos, una Venezuela Digital que es más que el nombre de un evento nacional. Fuimos a compartir y no a impartir, a escuchar y ofrecer, a admirar y discrepar.

Los tópicos no sirven para avanzar. No sirven para superar etapas duras. No sirven para solucionar grandes problemas. Tanto a Venezuela como a Catalunya nos será útil la imaginación y la conciliación, para enfrentar los retos sociales y políticos que se nos plantean en estos momentos.

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