Poderosas razones económicas impulsan guerra en Colombia

El negocio de la guerra es la base de sostén de las posiciones que desde el militarismo civil y uniformado, se oponen en Colombia a los diálogos y a la construcción de la paz.

Así lo considera Marco León Calarcá, uno de los negociadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP) en la mesa de conversaciones que desde finales del año pasado se instaló en La Habana, con el objetivo de alcanzar un Acuerdo Final para la terminación del conflicto, que contribuya a la construcción de la paz estable y duradera en la nación suramericana.

Calarcá y Andrés París, negociador plenipotenciario, respondieron en forma exclusiva un cuestionario elaborado por el diario Ciudad CCS, sobre el proceso de conversaciones.

—¿Cuáles son los puntos de la agenda de diálogo irrenunciables para las FARC?

—El documento denominado Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, es único e indivisible integrado por la introducción y los seis puntos de la agenda. Resaltamos esto porque ya se planteó la pretensión mediática oficialista de cercenarlos. La introducción no gusta al Gobierno, pues obliga a los firmantes a desarrollar los seis puntos a la luz del acuerdo general que establece una necesaria vinculación entre los temas económicos y sociales y los derechos humanos con los puntos concretos de la agenda. El sexto punto lo querían envolatar, pues marca la discusión sobre los mecanismos democráticos que deben concertarse para firmar un acuerdo final.

HACER OÍR LA VOZ DEL PUEBLO

—¿Cómo se garantiza que la voz y las necesidades del pueblo estén en la mesa de diálogo?

—Hay unos mecanismos acordados, como un foro realizado en Bogotá del 17 al 19 de diciembre pasado y la página web www.mesadeconversaciones.com.co. La invitación a exponer sus propuestas de dos organizaciones por cada una de las partes, está también la posibilidad de enviar propuestas escritas y un mecanismo que solicitamos abrir a los alcaldes y gobernadores para incentivar el proceso. A nuestro parecer esos espacios son insuficientes y hemos hecho el compromiso de recibir las propuestas de otros eventos e iniciativas realizadas por las organizaciones sociales. Consideramos que la movilización popular logrará ampliar esos espacios. Nuestro compromiso es hacer oír la voz del pueblo.

—¿Cómo se podrían incorporar los movimientos sociales colombianos a las negociaciones de paz en Colombia?

—En las reuniones exploratorias se dio un duro debate por la participación popular. Un vocero oficial la calificó como bochinche. Se acordó un mecanismo mínimo de participación por medio de una página web y unos cuantos participantes en la discusión de cada punto. La realidad ha mostrado que el pueblo desborda cualquier estrechez gubernamental y convoca para este año un gran foro permanente de la sociedad. La mesa agraria del congreso jugó su papel participativo y el foro agrario del 17 diciembre arrojó un extraordinario saldo positivo.

—¿Cuáles pueden ser las razones que llevaron a la oligarquía colombiana a abrir este espacio para el diálogo?

—Los argumentos de fondo se adivinan en las matrices mediáticas que dejaron rodar al inicio del proceso en La Habana. Por un lado esperaban la rendición inmediata y barata. Por otro lado se creyeron la mentira que las FARC-EP estaban derrotadas. Solo algunos voceros del régimen, sensatos y objetivos aprecian que estos diálogos son una oportunidad para alcanzar la paz.

—¿Cuál es el balance de la tregua unilateral por parte de las FARC?

—Como gesto de paz y voluntad política de lograrla, como expresión de solidaridad y defensa de nuestro pueblo y como demostración de las posibilidades reales de avanzar en formas que eviten mayores sufrimientos, el 19 de noviembre se decretó el cese de acciones ofensivas y sabotaje contra la infraestructura; sin pedir contraprestación señalando, eso sí, la necesidad de finalizar la ofensiva legislativa contra el pueblo colombiano. Dos meses en los cuales Colombia sintió el desacelere del conflicto. Y pese a la escalada de las fuerzas militares respiró aires de tranquilidad. Queda demostrado que sí es posible el cese el fuego bilateral, que es voluntad y decisión. La propuesta de acordarlo sigue en pie por parte de las FARC-EP.

LA ECONOMÍA DE LA GUERRA

—¿Cómo es la correlación de fuerzas en la burguesía colombiana con respecto a favorecer la negociación? ¿Que sectores la adversan?

—El militarismo de civil y uniformado, tanto nacional como extranjero, trabaja en contra de los diálogos y la construcción de la paz. Más allá de razones ideológicas son las poderosas razones económicas las que determinan estas posiciones guerreristas, pues para ellos la confrontación es fuente de ganancias. Por ejemplo la industria bélica estadounidense e israelí, al lado de sus organismos de inteligencia ligados profundamente con la oligarquía colombiana en el negocio de la guerra.

—¿Le conviene, con una crisis agudizada del modelo del capital, a la burguesía colombiana el logro de la paz?

—Lo más lógico es que ante una tormenta, que se avecina en lo económico y social, se tomen medidas para amainar el impacto en la infraestructura política. Pero no, al parecer el cálculo es impedir que la guerrilla, con sus banderas de justicia social, se lleve los aplausos y el apoyo del pueblo en esta aguda crisis mundial sistémica del capitalismo.

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Reforma agraria

Para las FARC se deben construir sobre bases ciertas soluciones reales a la problemática de la tierra. Se trataría de una reforma rural y agraria integral, socioambiental, democrática y participativa con enfoque territorial fundada en la superación de las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales que generan el ejercicio estructural de la violencia por parte del Estado.

En el intercambio los negociadores señalaron que “sin la participación entusiasta y generosa del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, encabezado por el presidente Chávez, el diálogo no estaría en esta etapa.”

“Consideramos que las relaciones de los gobiernos se enmarcan dentro de la estricta diplomacia, pues el Gobierno colombiano y su presidente Juan Manuel Santos, están alineados y bajo el dominio de la Casa Blanca. Eso resalta la labor del Gobierno venezolano. La paz en Colombia es bien preciado para Nuestra América y el mundo.”

—¿Con quién cuenta el expresidente Uribe para boicotear el diálogo?

—Uribe cada día está más solo. Se hunde en la podredumbre de su accionar contra nuestro pueblo. Puede ser que ya no tenga fuerza para ser cabeza visible de los sectores de ultraderecha, narcoparamilitares, mafiosos y fascistas que lo llevaron a la Presidencia. No debemos equivocarnos porque esos sectores existen y tienen poder. El caído en desgracia es Uribe y cabe preguntarse hasta cuándo los gringos lo van a proteger. Sabemos que ellos usan y desechan.

Lea el cuestionario completo de la entrevista respondido por los negociadores de las FARC

VÍCTOR HUGO MAJANO            

CIUDAD CCS

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