Luz Marina Cruz da sonoridad a la palabra silenciada de las mujeres

La ansiedad empezó el 20 de enero al ver la lista de preseleccionados publicada en el portal web del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). La noche, sin embargo, corrió rápidamente gracias a un montón de exámenes por corregir. Despertó a las 4 de la mañana del día en el que sabía harían público el veredicto del jurado conformado, para este edición, por Dina V. Picotti C. (Argentina), Alejandro Bruzual (Venezuela) y Roberto Méndez Martínez (Cuba). Pasadas las 10 de la mañana del jueves 21 de febrero recibió una ovación desde Caracas que escuchó a través de una llamada de quien fuera su tutora doctoral, la docente, investigadora y escritora Mariana Libertad Suárez: «Luz Marina, escucha a tu público que te está aplaudiendo». Y es que Luz Marina Cruz Rodríguez, «Ondina» hasta ese momento de acuerdo a su pseudónimo, se había convertido ese día en la venezolana ganadora de la sexta edición del Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas.

Trancó el teléfono sin querer de la emoción, relata, pues aún no procesaba que su trabajo, titulado «Entre repeticiones sin origen y diferencias insumisas. Escrituras, reescrituras del signo mujer en la prensa femenina de habla hispana (1826-1889)», había ganado no una mención honorífica, sino el primer lugar. Poco después recibió la llamada del presidente del Celarg, Roberto Hernández Montoya, y tomó real conciencia del galardón.

De acuerdo al veredicto leído por el jurado de la VI edición del premio, el trabajo de esta docente y escritora monaguense, sustentado en un análisis de contenido de siete publicaciones periódicas dedicadas a la mujer en Latinoamérica y España durante el siglo XIX «se hace desde una lúcida y consciente visión crítica para mostrar los rasgos del sistema sexo-género subyacentes en la sociedades hispanoamericanas de esa época. La obra muestra, junto al evidente rigor investigativo, una notable capacidad persuasiva, gracias a lo ameno de la redacción y al cuidado puesto en el lenguaje, capaz de comunicar sus conclusiones más allá del mundo académico».

En entrevista a AVN la autora, ganadora también del Premio de Literatura Stefanía Mosca 2010 – otorgado por la Alcaldía de Caracas – en la categoría de ensayo por «Las voces de Urimare»; magistra en Literatura Latinoamericana; Doctora en Letras y docente en la Universidad de Oriente, núcleo Maturín, describe los procesos, tanto creativos como vivenciales, que devinieron en la creación de la obra ganadora.

M.S. ¿Cuál ha sido la trayectoria investigativa que la condujo al análisis de contenido en prensa hispana en busca del signo mujer?

L.M.C: Esta investigación, que realicé para redactar mi tesis doctoral de la Universidad Simón Bolívar (USB), amplió un trabajo anterior presentado en la asignatura «Periodismo y Literatura en Venezuela (S. XIX)», dictada por la profesora Paulette Silva Beauregard durante el primer trimestre de 2007. En ese trabajo demostré que la publicación periódica La Guirnalda -editada mensualmente en Caracas desde el 18 de julio de 1839 hasta el 30 de abril de 1840- tenía un propósito: modelar a la lectora ideal que, en concordancia con la representación cultural necesaria para la construcción de la incipiente República, se convirtiría en una dama urbana, educada, sin perder honestidad. Dirigida al sector femenino de la élite, esta revista de absoluta autoría masculina tenía una orientación ideológica androcéntrica innegable. Sus responsables, en clara conexión con su género y clase social, requerían que sus madres, hermanas, esposas e hijas contribuyeran a mantener el orden de dominación vigente. Al redactar el producto del estudio me quedó la inquietud de descubrir cómo se autorrepresentaban las mujeres que publicaban en la prensa la época. Entonces, gracias a las sugerencias de mi primera tutora, precisamente la profesora Paulette, decidí ampliar el corpus de textos a siete revistas dirigidas a las mujeres, de pluma masculina y femenina: El Canastillo de Costura (Caracas: 1826), La Aljaba (Buenos Aires: 1830-1831), Correo de las Damas (Madrid: 1830-1835), La Guirnalda (Caracas: 1839-1840), Panorama de las Señoritas (México: 1842), El Ángel del Hogar (Madrid: 1864-1865) y Violetas del Anáhuac (México: 18837-1889). De esta manera, cubría un período de sesenta y tres años en la historia cultural de habla hispana, abarcando, inclusive, cuatro países; tiempo y espacio lo suficientemente amplios para que las conclusiones finales fueran significativas.

M.S. ¿A qué se debe el protagonismo de la palabra de las mujeres en su obra como investigadora, partiendo de que su anterior galardón, el Premio de Literatura Stefanía Mosca, lo recibió por un ensayo literario en el que visibiliza la obra de las poetizas monaguenses?

La escritura de las mujeres forma parte fundamental en mi obra de los últimos once años. Nace de un proceso de revisión de mi ser intelectual y hasta genérico, a raíz de un curso dictado por la excelente escritora venezolana Milagros Mata Gil que se llamaba «¿Existe una literatura femenina?» Cuando terminó aquel curso me di cuenta de que había leído muy pocos libros escritos por mujeres y que desconocía, absolutamente, a las autoras nacidas en el estado Monagas. Esta carencia, que consideraba casi una traición a otras de mi mismo género, contaminadas como yo por la pasión hacia las palabras, me llevó a realizar una investigación, avalada por el Consejo de Investigación de la Universidad de Oriente (UDO), sobre la historia de la literatura escrita por mujeres en Monagas durante el siglo XX. Conformado el corpus, la Coordinación de Publicaciones y Divulgaciones del Núcleo de Monagas editó una compilación de mi autoría que incluía a dieciséis escritoras regionales: Desde la profundidad de un género (2006). Con la colaboración del Instituto de Cultura (ICUM), organizamos el «Encuentro de mujeres escritoras en el estado Monagas», sensible evento en el que compartimos vivencias y textos con cuatro de estas autoras. La segunda parte del trabajo requería un abordaje crítico, que intuí sólo podía hacerlo desde la teoría feminista, sobre la cual también comencé a investigar desde cero. Afortunadamente, para esa época inicié el Doctorado en Letras en el área de Estudios de Género de la USB, donde profundicé sobre el tema y culminé el estudio, pero no las reflexiones acerca de una realidad cultural todavía plagada de exclusiones en el orden genérico.

Parte de ese producto se encuentra en el ensayo Las voces de Urimare, premiado en el I Concurso Nacional de Literatura Stefania Mosca. En fin, mi labor investigativa y escritural persigue, como bien lo digo en el prólogo del referido libro, «…incorporar las voces de las mujeres dentro de una dinámica literaria total en la que dialoguen con los hombres y sus expresiones.» Es parte de lo que hago, precisamente, en el ensayo Entre repeticiones sin origen y diferencias insumisas. Escrituras y re-escrituras del signo mujer en la prensa femenina de habla hispana (1826-1889).

M.S. ¿Por qué orientar la mirada a un momento histórico como el siglo XIX?

L.M.C. En el periodo decimonónico se fragua una cultura genérica discriminatoria que, transcurridas dos largas centurias, está vigente con pocos cambios en la sociedad latinoamericana y española, a pesar de los logros y reivindicaciones alcanzados por las mujeres en las últimas décadas. Es innegable que tanto en Latinoamérica como en España la representación del ángel hogareño tiene mucho peso todavía, frenándole a los sectores femeninos su avance hacia los altos espacios del poder, mayoritariamente en manos de los hombres.

El imaginario del diecinueve evidente en las publicaciones femeninas estudiadas, que idealizaba a la mujer madre y a la mujer esposa, todavía impregna las relaciones sociales entre uno y otro género. A las mujeres actuales se les exige que cumplan con su trabajo en el espacio público sin menoscabo de sus labores en el ámbito privado-hogareño, lo cual la sobrecarga físicamente, llevándola a asumir dobles y hasta triples jornadas. Esta situación injusta, que aplaza su productividad intelectual, persiste en las sociedades hispánicas y tiene su origen en los discursos de género de dicha época, discursos que creaban y modelaban una feminidad bastante conveniente a los ilustrados latinoamericanos y españoles, quienes, en general, le concedían a las mujeres el derecho a educarse, con el objetivo de profesionalizarlas en la matrimonio, la maternidad y las labores domésticas.

M.S ¿Cómo fue el proceso entre el momento de la definición del tema y el punto final del texto definitivo?

L.M.C Fue un proceso largo y espinoso en el que tuve que vencer en primer lugar, los obstáculos propios de una investigación centrada en publicaciones cuyo acceso al público no era fácil, sobre todo en la región latinoamericana. En el caso mexicano, cuando había avanzado bastante en el trabajo contando solamente con algunos textos, pude acceder por completo a todas las revistas del corpus porque la Biblioteca Nacional de México digitalizó la prensa mexicana y la colocó en el portal de su instituto a disposición de los investigadores del mundo. En el caso venezolano los ejemplares debían ser primero fotografiados y después impresos, pues no estaban debidamente digitalizados. Según tengo entendido, en la actualidad la Biblioteca Nacional está realizando el proceso de digitalización de la prensa de siglos pasados, lo cual favorecerá notablemente a los investigadores en el porvenir. En segundo lugar, enfrenté el inconveniente de que mi tutora presentó problemas de salud, por lo que debí buscar otra asesora teniendo aprobado el proyecto de la tesis. Afortunadamente, la profesora Mariana Libertad estuvo conmigo a partir de ese momento en que comencé la redacción de mis reflexiones, alentándome en el plano intelectual y en el emocional. Parte de ese trabajo doctoral lo convertí en el ensayo enviado a la VI edición del Premio Internacional Mariano Picón Salas, después de un concienzudo trabajo de relectura y escritura.

M.S ¿De qué manera su vivencia como mujer alimenta o incide en sus apuestas como investigadora?

Mi trabajo investigativo va al mismo ritmo de mis experiencias como mujer: cuando estudio y reflexiono sobre los sujetos femeninos lo asumo desde una perspectiva de género, involucrándome personalmente, poniendo mi sensibilidad en lo que hago para entender en toda su complejidad el fenómeno de las mujeres escribiendo en el margen de una sociedad patriarcal a la cual le resultan incómodas sus autorrepresentaciones. El hecho de ser mujer y escritora me facilita ponerme en su lugar y me responsabiliza más aún con el propósito de hacer visible su quehacer literario en el mundo, que antes era ignorado, marginado y borrado. Es decir, posicionada desde el género y mediante el uso de la metodología feminista trato de corregir el sesgo androcéntrico de la crítica tradicional.

M.S. ¿Cuál es la trascendencia de este premio en el continuo de su carrera? ¿Qué le aporta a su faceta de docente?

L.M.C. En realidad, no he tenido tiempo para medir en toda su magnitud los alcances de este premio en mi carrera como investigadora y escritora. Espero que me sirva de estímulo para continuar en la labor de intentar ver con claridad dónde están y qué están haciendo las mujeres con la palabra. Este premio también me compromete a mí misma con el difícil acto de escribir de manera decidida, luchando contra el temor de la pantalla vacía y la rutina del diario existir. Aunque tengo mis reservas sobre la conexión directa de este premio con mi rol de profesora, hay algo sobre lo que estoy clara: el contacto con mis estudiantes en las aulas de la Universidad de Oriente y el quehacer ensayístico es un constante aprendizaje que me enriquece.

M.S. ¿De qué manera se puede actualizar su trabajo, de cara al movimiento de mujeres o a la creación femenina en la Venezuela contemporánea?

En mi trabajo concluí que muchas de las escritoras de la prensa decimonónica de habla hispana utilizaron estrategias para ser aceptadas por el canon literario. Josefina Ludmer las llama «tretas del débil» y Chela Sandoval las denomina «metodología de las oprimidas». En general, ambas se refieren a esos mecanismos de adelanto y retroceso que emplean los grupos marginados para lograr sus reivindicaciones individuales y colectivas. Todo ello nos alerta sobre una historia de las mujeres -sea en el plano creativo o en el de los movimientos feministas- que puede ser leída desde otra perspectiva. Quizás, lo que superficialmente catalogamos como involuciones, en realidad son los necesarios repliegues para tomar fuerzas y avanzar de manera más decidida hacia el logro de los sueños de nuestro género.

La entrega formal del galardón y la presentación del ensayo en formato texto tendrá lugar el próximo mes de abril en las inmediaciones del Celarg, ubicado en Altamira, Caracas.

AVN

Send this to a friend