En el Fermín Toro no solo se cultiva educación sino que florece la agricultura urbana

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En otrora el nombre del Liceo Fermín Toro era sinónimo de conflicto y riñas estudiantiles que generalmente terminaban en intervenciones directivas y en casos más graves policiales para devolver la calma y el sosiego al seno escolar.

Todo ello quedó atrás. Ahora el panorama es diferente. Cambió para bien y para abrir paso a  una nueva generación que de a poco se ha hecho sentir para borrar los acontecimientos pasados y escribir con tinta victoriosa los momentos del futuro.

Jóvenes impetuosos y con sed de conocimiento han apostado al crecimiento no sólo académico sino también productivo para contribuir de uno u otro modo con el impulso de un nuevo modelo económico que derive en la ruptura definitiva de las cadenas opresoras del modelo rentista petrolero heredado por los  Gobiernos de la IV República.

Trabajando como hormiguitas –junto a docentes y colaboradores- han logrado desarrollar un proyecto socioproductivo de Agricultura Urbana en la mayoría de las áreas verdes de la institución, ahora llamada Complejo Educativo Fermín Toro.

El plan agrícola surgió hace menos de doce meses a causa de la intervención disciplinaria que se realizó en el recinto educativo a principios del año 2015. Gracias a este proceso se implementó un nuevo sistema educativo que pretendía corregir los errores de antaño a través de los denominados grupos estables (unidades extracurriculares) para la formación no sólo académica sino también productiva de los estudiantes de educación media.

“Entre los grupos estables que existen dentro del liceo para los estudiantes está el de agricultura urbana. A este proyecto lo denominamos Agroecología porque se realiza con la finalidad de fomentar una conciencia ecológica”, describió la docente de educación integral, Sarahy Nieves, quien dirige uno de los grupos estables de agricultura.

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El primer paso en la historia del huerto escolar Fermín Toro comenzó en la entrada con la siembra de una pequeña hilera de plantas medicinales y ornamentales para engalanar la fachada de la institución. Luego de un tiempo “expandirse o morir” era la premisa por lo que el proyecto inicial abrió las puertas para una plantación más amplia que no sólo se viera bonita sino que también fuera productiva.

Para lograrlo –siguiendo el esquema inicial- requerían de un espacio del que no disponían por lo que el método de mesas organopónicas resultó la mejor opción para continuar el naciente proyecto de agricultura.

En esta etapa del huerto escolar los encargados de asumir el rol de agricultores ya no serían los docentes sino los estudiantes, específicamente los jóvenes que cursaban quinto año de bachillerato.

“El huerto se le encargó a los estudiantes con la finalidad de que lo asumieran como su proyecto de ciencias y al mismo tiempo como labor social”, explicó al tiempo que acotó que para su ejecución a los jóvenes se les ofrece una serie de charlas y conversatorios para instruirlos acerca de esta labor.

Trabajo en equipo

El proceso de construcción de las mesas organopónicas se realizó en su totalidad en el Liceo Fermín Toro y contó con el trabajo de los estudiantes de las secciones A y B de la institución, quienes haciendo uso de herramientas que trajeron de sus casas armaron –con la supervisión adecuada- la estructura de las ocho mesas que se encuentran ubicadas en las terrazas uno y dos del lugar.

“Nosotros trajimos algunos materiales para armar las mesas como los martillos y clavos y las preparamos (…) Cargamos tierra y arena para luego armar las mallas”, relató Andy Gómez, estudiante de quinto año, quien acotó que el proceso total de construcción les llevó un mes y medio.

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Los jóvenes que “se anotaron” en el grupo estable de agricultura urbana tienen bajo su responsabilidad el cuidado de las mesas de la terraza número uno; mientras que aquellos que optaron por el proyecto culinario –vinculado estrechamente con el proyecto agrícola- se encargan de la segunda terraza.

“Nosotros nos turnamos para regar las plantas. En la mañana y en la tarde de lunes a viernes está un grupo, mientras que los sábados y los domingos vienen los que no la regaron en la semana”, manifestó Jhoan Márquez,  quien indicó que el proceso debe cumplirse todos los días y la hora acordada –entre las 7 de la mañana y las 4 de la tarde- para mantener a un óptimo nivel las plantas que de allí florezcan.

Entre los rubros que se cultivan en los espacios organopónicos destacan el tomate, pimentón, acelga, espinaca, berenjena así como plantas medicinales que una vez recolectadas serán  destinadas al comedor del colegio.

Juventud Productiva en marcha

Si bien el proyecto de agricultura urbana que lleva a cabo el Complejo Educativo Fermín Toro no está aún vinculado con el Plan de Vocación Agrícola que desarrolla el ministerio del Poder Popular para la Juventud y Deporte (Mindeporte) en escuelas y liceos técnicos del país con el objetivo de impulsar el motor agroalimentario para fortalecer la economía, los jóvenes que en él participan lo hacen con una profunda conciencia productiva para contribuir con el nuevo modelo de la economía nacional.

“Nos motivó integrarnos a este proyecto la poca producción de hortalizas que actualmente existe en Venezuela a causa de la coyuntura económica que le impide a las personas conseguir los alimentos”, expresó la joven estudiante Lucy Maestre.

La educanda del quinto año de educación secundaria señaló además que los proyectos socio productivos de agricultura urbana “motivan a los estudiantes e invitan a las familias a sembrar en sus hogares” y producir “por ellos mismos” los alimentos que consumen.

“La siembra no te quita mucho tiempo ni mucho dinero, además te brinda beneficios no sólo a través de las hortalizas sino también con las plantas medicinales. Sería bueno que todos se mezclaran en este mundo de la siembra porque es divertido”, agregó.

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Jhoan Márquez, compañero de proyecto Maestre, mencionó que no conocía el método organopónico hasta que comenzaron las charlas sobre el tema en el liceo.

“Yo no sabía que eran las mesas organopónicas, ninguno lo sabía. Luego nos pusimos a investigar cómo se siembra, cuanto tiempo tarda (…) Ahora me gusta y me interesa el tema agrícola”.

El joven visiblemente complacido por la labor que realiza junto con sus compañeros de clases en el “huerto escolar” dijo que a través de las mesas organopónicas “es más económico producir nuestros alimentos” y por ende “es mucho más fácil adquirirlos”.

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Márquez comentó que gracias a los conocimientos que ha adquirido desempañando esta labor ha logrado crear en su hogar un pequeño cultivo de perejil que aspira sea utilizado en la preparación de alimentos.

Por su parte, Lismary Muñoz, destacó la importancia del despliegue e implementación de esta clase de proyectos en los espacios educativos no sólo de Caracas sino de Venezuela para el reimpulso de la economía venezolana que actualmente está siendo víctima de la guerra económica.

“Sería ideal que desarrollaran esto (proyectos de agricultura urbana) en los colegios porque así ayudamos a Venezuela e impulsamos al mismo tiempo una cultura de alimentación sana en la colectividad”, apuntó.

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Ante ello, Andy Gómez, agregó que estos planes socio productivo les brindan la oportunidad a los estudiantes de “aprender algo de cada cosa” y no sólo de las disciplinas convencionales como la música o el deporte “sino de cultivar y aprovechar las riquezas que tiene el país”.

“Con este proyecto aprendemos a cuidar nuestro patrimonio”, enfatizaron al unísono Johan Márquez y Lucy  Maestre.

Agricultura en expansión

El proyecto de agricultura urbana en el Complejo Educativo Fermín Toro no se queda sólo en los cultivos organopónicos custodiados por lo estudiantes sino que se ha expandido a todos los espacios verdes que se encuentran dispuestos en las instalaciones de la institución.

En estos lugares o pequeñas reservas de naturaleza productiva se encuentran sembrados toda clase de rubros que van desde hortalizas a plantas medicinales y ornamentales en beneficio de los estudiantes que hacen vida dentro del Fermín Toro.

Arboles de cambur, plantas de café, caraotas, frijoles, guanábana, auyama, lechoza, tomate, cilantro, lechuga, remolacha, cebollín así como el famoso árbol de la vida “Moringa”, malojillo y toronjil son parte de lo que allí se cosecha.

El cultivo más ambicioso del Fermín Toro está bajo la responsabilidad del ingeniero agrónomo,  Wilbber Tovar, quien presta su colaboración en el colegio para la expansión del proyecto de agricultura urbana.

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Karelis González/ Foto Miguel Moya/ Hoy Venezuela

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