El cine Aquiles Nazoa abre sin censuras para los caraqueños

“Noches de pasión”, “Las insaciables del sexo” o “Love me, Love me, Love me”, eran algunos de los largometrajes para adultos que proyectaba desde 1965 el antiguo Cine Urdaneta, hoy Cine Aquiles Nazoa, reinaugurado por el Gobierno Nacional el pasado 2 de febrero.

En el centro de Caracas, entre las esquinas Puerto Escondido y Puente Nuevo, funcionaba el Cine Urdaneta. Desde la década de los años 60, la sala incorporó la censura C a su programación para sobrevivir a las dinámicas de consumo, impuestas por el surgimiento de centros comerciales y autocines.

El público masculino era quien garantizaba, hasta 2011, la supervivencia del cine, en el que no solo se proyectaba pornografía, sino que sus instalaciones y alrededores se prestaban para actos delictivos, prostitución y tráfico de drogas.

El coordinador de Estrategia de la Secretaría de Identidad Caraqueña del Gobierno de Distrito Capital (GDC), Rafael Aguirre, señala que el cine ahora tiene un uso social.

Aguirre explicó que la recuperación del espacio fue propuesta por la comunidad de la parroquia San Juan, que se encargó de elaborar las propuestas para darle un buen uso a la infraestructura.

“A causa del hundimiento de un camión de Supra Caracas frente al cine, la jefa de GDC, Jacqueline Faría, se presentó al lugar, donde fue abordada por la comunidad, la cual le pidió que interviniera el cine porque se había perdido el control. Ante esto Faría les indicó que elaboraran una propuesta y posteriormente se intervino el espacio”, señaló Aguirre.

La edificación tiene 250 metros cuadrados. Posee 492 butacas, una Tienda del Cine, un espacio expositivo y otro para la venta de dulcería criolla y cotufas. Para su recuperación, el GDC y la Alcaldía de Caracas, invirtieron 36.000.000 de bolívares.

Su nombre rinde homenaje al periodista, escritor y humorista venezolano Aquiles Nazoa, nacido en la parroquia San Juan, el 17 de mayo de 1920.

Así como decía Nazoa, que la nueva Caracas “iba surgiendo como una ciudad improvisada hecha para satisfacer pequeños caprichos y no verdaderas necesidades”, el cine Urdaneta fue durante mucho tiempo un lugar en el que pasaba de todo fuera y dentro de sus butacas, ahí mismo, cerca de escuelas y viviendas.

Ahora este nuevo espacio está abierto a todo tipo de público. En las mañanas puede ser utilizado por la comunidad para eventos u obras teatrales, y en la tarde apaga sus luces para mostrar lo mejor del séptimo arte a un costo de Bs.10 la entrada general.

De lunes a viernes hay dos funciones, a las 4:00 y a las 6:00 de la tarde; los sábados, a las 3:00 y a las 5:00 de la tarde y los domingos, a las 11:00 de la mañana, a las 3:00 y a las 5:00 de la tarde.

Desde su reinauguración, se han proyectado películas como Prometeo deportado, de Fernando Mieles (Ecuador) y La teta asustada, de Claudia Llosa (Perú), nominada a los premios Oscar en 2010. También el público ha disfrutado de lo mejor del cine nacional, con los filmes Muerte en alto contraste, de César Bolívar; Jericó, de Luis Alberto Lamata; La oveja negra, de Román Chalbaud, Golpes a mi puerta, de Alejandro Saderman y Macu, la mujer del policía, de Solveig Hoogesteijn, entre otros.

Aguirre adelantó que la programación del próximo mes estará dedicada a las féminas, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo.

El cine cuenta además con un transporte gratuito que parte minutos antes de la función de la estación de Metro El Silencio, para llevar a los espectadores hasta el cine y regresarlos al terminar la película.

La diferencia entre el antiguo cine y el nuevo es abrumadora, tanto para transeúntes como para los habitantes de la zona. Miriam Torres, quien vive en el edificio Puerto Escondido desde hace 20 años, ya no teme pasar cerca del lugar.

“Cerca del cine hay una panadería que es la más próxima a mi casa (…) pero solo iba antes de que oscureciera porque eso por ahí era horrible, sólo veías gente mala”.

Grecia Abreu, comerciante de la zona, también certifica el cambio. Seguridad las 24 horas del día gracias a la Policía Nacional Bolivariana e iluminación en toda la calle.

“En pocas palabras, aquí no había ley. Los comerciantes nos sentíamos vulnerables porque cerca de la esquina del cine había mucha inseguridad, pero en un abrir y cerrar de ojos nació esta maravilla”, comentó Abreu.

El GDC y la Alcaldía de Caracas se han encargado de la recuperación de espacios como por ejemplo el Teatro Principal, el cine Rialto, el teatro Municipal, el teatro Nacional, el teatro Junín, el teatro Continental, el Teatro Ávila y el teatro Catia.

AVN

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