Hace 33 años, el 8 de mayo de 1985, falleció Alí Gómez García, «Nicanor», guerrillero venezolano que luchó por la Revolución Sandinista en Nicaragua.
Este humilde joven nació en 1951, en el barrio caraqueño La Vega, abandonó sus estudios de Medicina para incorporarse en la lucha comunal con el padre Francisco Wuitack, en la defensa de los trabajadores y campesinos. Se incorporó a la lucha armada con las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) en 1969. Fue perseguido por los organismos represivos de la Cuarta República: Digepol y el SIFA.
Internacionalista, guerrillero, escritor, poeta y ñángara, siguió los pasos de los luchadores grandeamericanos como Miranda, Bolívar, Sucre, Pétion, Sandino, Martí, y otros héroes que se extendieron más allá de las fronteras patrias, en la defensa del antiimperialismo, la soberanía y la independencia de toda América Latina.
Así, viajó a Nicaragua, en 1978, y se sumó a las luchas del Frente Sandinista de Liberación Nacional, durante siete años, desempeñándose en diferentes responsabilidades del Ejército Popular Sandinista y de las Tropas Especiales “Pablo Ubeda” del Ministerio del Interior, hasta 1985, cuando fue abatido en el cumplimiento de su deber.
Se destacó como un revolucionario muy estudioso, abnegado, honesto, honrado, de envidiable firmeza y valentía, dejó como legado para las nuevas generaciones sus libros: Francisco de Miranda, peregrino de la libertad y Falsas, maliciosas y tendenciosas reflexiones de un ñángara, que obtuvo, en 1984, el Premio Testimonio “Casa de las Américas”, compartido con el Comandante Juan Almeida.
Hoy, sus restos reposan en el cementerio de Managua, bajo la sombra de un eucalipto, y sobre su lápida se lee la frase “La patria es América”. Yace al lado de otros combatientes nicaragüenses que también ofrendaron sus vidas por la heroica Revolución Popular Sandinista, entre ellos: Nora Astorga, Enrique Schmit, Evelin Mejía y el internacionalista panameño Evaristo Vásquez.
«Como dicen los nicas: ‘A esta alegría el enemigo le teme’…” (Alí Gómez García, en cara a Casa de las Américas, 1984).
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