Discurso de Desirée Santos Amaral “El buen periodismo se ejerce con dignidad”

Fausto-Torrealba-AVN

Reciban mi expresión de gratitud por esta invitación. Hoy nos convoca el Concejo del Municipio Libertador en ocasión de los 196 años del Correo del Orinoco, vocero de la causa patriótica. De verdad, tiene para mí mucha importancia porque la municipal fue una de las fuentes que durante más años cubrí en mi trajinar como reportera. Mayor satisfacción estar en este centenario lugar, el Teatro Municipal, tan patrimonio, tan testigo de tantos acontecimientos culturales de esta querida Caracas y recuperado por el querido alcalde Jorge Rodríguez.

Fue el sábado 27 de junio de 1818 cuando salió el primer número del Correo del Orinoco, ideado por el Libertador Simón Bolívar para contrarrestar la campaña de odios y calumnias de la Gaceta de Caracas. De manera que la celebración del Día del Periodista, el 27 de junio, no es pura casualidad.

Claro que no. Es el producto de una decisión que tiene que ver, y mucho, con la esencia doctrinaria de una profesión que, bien ejercida, tiene que conducir a elevar la conciencia, el espíritu y la moral de los pueblos y que mal entendida puede convertirse en un oficio vil, perverso. Fue el colega Guillermo García Ponce quien desde el Cuartel San Carlos, donde estaba preso, dirigió la petición a la Asociación Venezolana de Periodistas para que durante la IV Convención que se celebraría en Valencia se tomara la decisión considerando que “es necesario que el Día del Periodista simbolice la misión del periodismo venezolano al servicio de los valores morales y materiales que constituyen la Patria”, como lo señala el acuerdo aprobado.

Se trató de honrar al Libertador Simón Bolívar en su condición de periodista y al Correo del Orinoco como ejemplo de un periodismo comprometido con la independencia, la soberanía, la libertad, la justicia. De manera que esta celebración tiene sus raíces en la historia, en las enseñanzas de nuestro Libertador.

Y es que el buen periodismo se ejerce con dignidad, con la dignidad de quien defiende la verdad, la paz, la soberanía, la unión entre los pueblos, la solidaridad, la libertad, el ejercicio pleno de los derechos y el derecho de todos a expresarse. Porque el periodismo debe ser una maravillosa escuela de vida, como lo aconseja Alejo Carpentier o “el mejor oficio del mundo” como lo ha definido Gabriel García Márquez y no como lo considera Roger Wolfe, escritor británico-español, exponente del llamado realismo sucio, que lo ha definido como un simple acto que consiste en lanzar la mierda y lavarse las manos.

Para los revolucionarios y revolucionarias, el periodismo no puede ser otra cosa que un instrumento para el fomento de los más elevados valores del ser humano en función de la construcción de una sociedad justa, que defienda y proyecte los intereses de nuestros pueblos para romper, como lo hizo el Correo del Orinoco, el bloqueo y las campañas de desinformación, deformación, mentira, manipulación, a las cuales son sometidos por los mercenarios de la comunicación pueblos y gobiernos decididos a ser libres, independientes .

Por eso, porque el compromiso es muy grande, es necesario emprender, una vez más, la defensa de nuestra esencia: la verdad como norma irrenunciable. Y la verdad de nuestros tiempos es que nunca hubo tanta libertad de expresión como desde que llegó el Presidente Hugo Chávez al poder en Venezuela. Absolutamente demostrable es la democratización de la información, el acceso a las nuevas tecnologías, a la educación, los derechos comunicacionales contenidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela aprobada en referendo popular, normas tantas veces reclamadas y anheladas por los periodistas venezolanos y que a muchos de nuestros colegas les costó cárcel, persecución, torturas, cierres de medios, imposición de sanciones, censura previa.

De ahí la importancia de recordar el decreto del Libertador Simón Bolívar del 7 de agosto de 1819 publicado en el Nº 7 del Correo del Orinoco, que dice: “El derecho de expresar sus pensamientos y opiniones de palabra, por escrito o de cualquier otro modo es el primero y más estimable bien del hombre en sociedad. La misma ley nunca podrá prohibirlo, pero tendrá poder de señalar justos límites, haciendo responsables de sus impresos, palabras y escritos a personas que abusaren de esta libertad y dictando contra este abuso penas proporcionales”. ¿No es este decreto una lección de absoluta comprensión de la libertad de expresión como derecho?, ¿y no ha sido, precisamente esa concepción bolivariana la que inspiró nuestra Constitución vigente es sus artículos referidos a la comunicación libre y plural, al derecho a réplica, a la información veraz y oportuna y la prohibición de censura, pero estableciendo claramente que quien hace uso de este derecho asume responsabilidad por lo que expresa?

Estos detalles parecen ignorarlos quienes de manera alevosa se erigen en árbitros de la libertad de expresión en Venezuela y que desde noviembre de 1998 , cuando era irreversible el triunfo del Comandante Chávez en las presidenciales, iniciaron la feroz campaña organizada desde el extranjero contra la posibilidad de nuestro pueblo de darse un destino mejor. Han sido quince años de enfrentar la canalla mediática, a las transnacionales de la información, a los intereses de la derecha burguesa y de muchos que a lo largo del camino y que antes lucharon a favor de principios doctrinarios que sucumbieron ante los halagos de quienes se colocan de frente contra los anhelos de un pueblo que quiere vivir en paz.
Pero hay quienes cometen la atrocidad de decir que en Venezuela no hay libertad de expresión y para ello usan, precisamente, la plena garantía que da la Constitución.

Es decir, se agarran de la libertad de expresión para decir que no hay libertad de expresión. Y lo más grave no es eso. Acusan sin ningún rubor a la dirigencia revolucionaria de hacer y decir cosas que sólo en sus mentes perversas son explicables. A lo largo de estos quince años se han montado ollas de todo tipo para crear el escenario que permita ubicar a Venezuela y sus gobernantes como un país forajido.
Sólo la respuesta contundente de nuestro pueblo y la fortaleza de la Revolución Bolivariana con el Comandante Chávez al frente logró derrotar todas las conspiraciones, desestabilizaciones y falacias urdidas en el afán destructor de quienes han hecho del periodismo un oficio vil que defiende intereses mercantiles y sensacionalistas.

Esta perversión, este uso irresponsable de la libertad de expresión, se ha visto magnificada durante el último año y medio. Asquea, por decir lo menos, la posición asumida por quienes no les importa omitir detalles, sesgar o manipular en abierta violación a las normas éticas y que pretenden esconderse detrás del periodismo para ocultar las verdaderas intenciones, su militancia de derecha, su lanza la piedra y esconde la mano, su condición de yo no fui, de motolitos financiados por otros intereses distintos. ¿Acaso no podemos demostrar fehacientemente, prueba en mano, la campaña orquestada contra el Consejo Nacional Electoral, la promoción de la violencia, el trato inhumano cuando se trata de chavistas y preferencial si son factores de la oposición, las veladas campañas contra los sectores desposeídos, las mentiras y manipulaciones en torno a los poderes públicos y el buen trato a ciertos sectores de la derecha asumiendo como ciertas sus versiones, sin buscar la verdad, sin hacer preguntas que dejarían en evidencia la mentira?

Es así como encontramos durante todo este año y medio, pese a los esfuerzos del presidente Nicolás Maduro por elevar la calidad del debate, convocar a los más amplios sectores de la sociedad a debatir y hacer cumplir la Constitución de la República, que ha arreciado la guerra mediática nacional e internacional, al tiempo que se fraguaban planes magnicidas, intentos de golpe, actos terroristas que durante los primeros meses de este año crearon la zozobra, el clima de angustia y dejaron el terrible saldo de 45 muertos por efectos de esa violencia.

Todo lo cual contó con la complacencia de ciertos factores de la oposición venezolana, de la alianza contra natura del Colegio Nacional de Periodistas, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa con organismos patronales que agrupan a medios privados de la derecha internacional como la Sociedad Interamericana de Prensa, y de periodistas irresponsables que actúan con una doble moral que avergüenza y que cual patiquines o encopetadas se escandalizan de palabras bien sabrosas que tiene nuestro castellano para graficar ciertas situaciones, pero son capaces, sin rubor alguno, de manipular, mentir, levantar verdaderas campañas de desprestigio e inventar cualquier cosa con tal de servir a intereses bastardos, distintos a los que manda el Código de Etica del Periodista Venezolano, del cual han hecho un despojo y, cuando se les dice de frente, te acusan con las mismas mentiras que sostuvieron para crear la zozobra, el desencuentro y la promoción de la violencia. Son estos personajes los que me ratifican cuánta razón tiene Riszard Kapuscinski, el viejo reportero polaco, para quien las malas personas no pueden ser buenos periodistas porque, y según dejó sentado en sus amplias reflexiones sobre el oficio, “el deber del periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentar el odio y la arrogancia”.

Porque de cualquier cosa se han agarrado los sectores de la derecha en este último año y medio en su intento de desmoralizar al pueblo bolivariano. Cualquier comodín, incluso tomado de nuestras propias filas, es bueno para intentar arrojar dudas y sembrar incertidumbre promoviendo consejas de división, de desapego o distanciamientos en momentos cuando urge la mayor de las fortalezas y cuando la exigencia de tiempos tan duros es que primen la sensatez y el buen periodismo, el que se basa en la realidad que vivimos, pero analiza el porqué de esa realidad y las consecuencias que de ella derivan, el que no tergiversa, el que defiende el derecho del pueblo a la información veraz y oportuna. El que trasciende las barreras de nuestra propia naturaleza como seres humanos, de la individualidad, del protagonismo personal, para jugársela por la Patria, la soberanía y la independencia que tanto han costado.
Afortunadamente, y una vez más, hemos salido airosos de esta situación. Los planes magnicidas y el golpe de Estado lento han sido desmontados poco a poco, con la férrea entrega, la sencillez, la humildad y, sobre todo, la firmeza del presidente Maduro, tan vilipendiado, atacado y acusado de vulnerar la libertad de expresión como lo fue el Presidente Chávez.

Y es que se ha llegado al colmo de propagar la especie según la cual en nuestro país se restringe el uso de las redes sociales en lo que ha sido un nuevo intento de desacreditar al presidente Maduro cuando la verdad, la realidad es el uso masivo, sin limitaciones, de esos instrumentos que en no pocas veces han servido para propiciar la guerra entre hermanos. Pero les ha salido el tiro por la culata y la mejor prueba de ello es que el presidente venezolano es el líder mundial más importante en el Tuiter, después del papa Francisco. Porque nunca en nuestro país hubo tantas garantías para el ejercicio libre del periodismo, tanta posibilidad de expresarse por cualquier vía y de hacer uso de los medios de comunicación o la tecnología sin ser sancionado o perseguido por ello y, sin embargo, nunca como en estos últimos años el periodismo ha estado tan alejado de la verdad, del sano equilibrio y de la responsabilidad social.

Todo esto tiene que ser un aprendizaje y emprender con entusiasmo, con la certeza que da estar en el camino correcto, el compromiso asumido con total comprensión del momento histórico que vivimos y la importancia de mantener nuestra libertad, nuestra soberanía.

De ahí que debemos hacer buenas las recomendaciones hechas durante los días 5 y 6 de junio, a propósito del evento auspiciado y promovido por el Ministerio del Poder Popular para la Información y la Comunicación que contó con importantísimos ponentes nacionales e internacionales y que, bajo el título de Conjura Mediática contra Venezuela, nos invitaba a derrotar la manipulación. En cada una de esas intervenciones se desnudó la terrible agresión de la cual es víctima la Revolución Bolivariana de Venezuela por parte de las transnacionales de la información y la comunicación empeñadas en tergiversar nuestra realidad con ayuda de sus corresponsales en nuestros país, que sin ningún escrúpulo hacen uso de la mentira y la desinformación para hacerle el juego a quienes pretenden sembrar la desestabilización y favorecer un escenario que permita que se actúe, como en otros países, por la vía de la invasión armada, los ataques mercenarios o la provocación de enfrentamientos.

De ese foro, donde se condenó “la campaña de satanización contra la Revolución Bolivariana y su presidente Nicolás Maduro”, salieron importantes propuestas como la creación de un Frente Internacional de Comunicadores por la Paz y la Vida, y el compromiso de trabajar para que nuestra comunicación sea cada día más efectiva frente al actual escenario de manipulación mediática como lo recoge la Declaración Final que llama también a consolidar “un periodismo ético y de calidad profesional”.

Y este viernes 27 de junio, el mismo Día del Periodista, el presidente Nicolás Maduro, en ocasión de entregar los premios nacionales, convocó a construir un nuevo modelo comunicacional que no responda a los intereses de la oligarquía, cuyo modelo de comunicación impuesto por siglos sólo ha servido para la dominación. Y es completamente cierto que cuando la burguesía está en el poder sus medios de comunicación usan la mentira para impedir el ascenso de fuerzas populares, comprometidas con un mundo más justo, distinto. Y cuando pese a ello se logra irrumpir y el pueblo toma el poder como en el caso de la Revolución Bolivariana, esos medios siguen usando la mentira para conspirar, destruir y crear violencia.

Nuestro país es un ejemplo digno de esa apreciación del presidente Maduro. Cuando ellos estaban en el gobierno hicieron de todo para impedir el ascenso al poder de las fuerzas revolucionarias. Hoy, cuando están en la oposición, hacen de todo sin ningún escrúpulo y auspiciados por intereses extranjeros para impedir que mantengamos el poder y sigamos siendo un ejemplo para los pueblos del mundo, una voz autorizada y la demostración de que se puede cambiar la historia de dominación.
Por eso resulta tan importante su llamado al debate y su disposición a encabezarlo para que ese nuevo modelo de comunicación, otra vieja aspiración de los periodistas del mundo que tanto abogaron por un Nuevo Orden Informativo Mundial, se concrete y se fortalezcan los valores de la nacionalidad, de la Patria, para romper la dictadura de los medios de comunicación social y el bloqueo informativo, para que el protagonismo lo tenga la verdad.

Es un deber insoslayable fomentar esa posibilidad, tenemos el marco jurídico, tenemos la disposición, tenemos el pueblo comunicador, somos un país que ha favorecido la comunicación alternativa y comunitaria como ningún otro en el mundo y nos asisten la moral y la ética para emprender ese cambio estructural hacia un nuevo modelo comunicacional que privilegie, como lo ha propuesto el presidente Maduro, el progreso de la nación, la prosperidad y los valores del pueblo y su historia. Y hacer buena también la letra de la Ley del Plan de la Patria, que entre sus objetivos está fortalecer nuestros lazos con cadenas de información emergentes del mundo para asegurar el conocimiento mutuo y la información veraz sobre nuestras realidades, sin el filtro deformador de las grandes empresas de comunicación de las potencias imperialistas. Llegó la hora de la verdad que siempre es revolucionaria, como nos lo recordaba el Comandante Hugo Chávez. De nuevo reciban mi palabra de gratitud por esta oportunidad y mi felicitación a los ganadores del los premios municipales de periodismo.

YVKE Mundial

 

 

 

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