Chacao se debate entre el apoyo y el rechazo a las protestas

A partir de febrero pasado algunos municipios del país fueron tomados por manifestaciones pacíficas y violentas. Chacao, en particular, se convirtió en el espacio donde centenares de personas se congregaron para protestar durante más de dos meses, pero donde también se registraron hechos vandálicos como el asalto a la Torre Británica y el ataque a instituciones públicas.

Es a las vecinas y los vecinos, como principales protagonistas -a favor o en contra- de estos hechos a quienes les corresponde una parte de la valoración de estos hechos. En Chacao las opiniones se dividen entre quienes apoyan las manifestaciones y quienes consideran que son un irrespeto al derecho a la tranquilidad del resto de las ciudadanas y los ciudadanos.

Tania Alejandra Mujica Mora vive en el edificio Elena, ubicado a escasos 100 metros de la plaza Francia, también conocida como plaza Altamira.

Según esta vecina su lucha contra el Gobierno comenzó el 22 de octubre de 2002, cuando se alzaron un grupo de militares y tomaron la plaza como centro de protesta contra el comandante Hugo Chávez, luego del golpe de Estado del 11 de abril de 2002 y antes del sabotaje petrolero.

Mujica vive en Chacao desde hace casi dos décadas. Es una mujer de más de 50 años de edad, de profesión comunicadora social. Según sus palabras, sufre de insomnio. “En el 2002 analice mi situación y entendí que tenia dos cualidades: una, que era insomne, por lo que si no tomaba pastillas no dormía; y la otra, que formaba parte de las estadísticas de los desempleados. Esto me ayudo a tomar la decisión de hacer guardia nocturna en la plaza”, explicó.

Desde el año 2004 ha sufrido dos infartos, batalló contra un cáncer y fue operada de la columna. “Ya yo estoy de salida, y es por ellos, por los jóvenes, por los que debemos luchar. Para dejarles un país como el que nosotros conocimos: una nación donde había libertad de expresión, donde se respetaban los derechos humanos y donde uno salía a comprar y tenía para escoger lo que se quería”, explicó Mujica.

Es por eso esto que está de acuerdo con la instalación de “las famosas barricadas”. Cree que son “la única defensa” con la que cuentan las y los manifestantes. Y con respecto a las consecuencia negativas que estas traen a la comunidad, expreso: “En todo enfrentamiento hay que estar claro en que siempre hay resultado no deseados, y con la edad uno aprende que debe ser así”.

Una madre

Entre las labores que dijo ejecutar para “colaborar por la libertad de Venezuela” están la recolección de ropa, alimentos, medicamento, guantes y mascarillas. Nunca ha sido retenida por los organismos de seguridad del Estado.

También explicó que cuando la Guardia Nacional actúa con fuerza, vecinas y vecinos de los edificios de la zona les brindan protección a quienes manifiestan.

La relación entre algunos habitantes de Chacao y las y los manifestantes se ha hecho tan estrecha que se han creado fuertes lazos emocionales. En el caso de Mujica, dijo que considera como sus hijos a las y los jóvenes que desde hace más de dos meses rondan la plaza Francia.

Confesó que “todos los días se levanta contra viento y marea”, muchas veces en contra de su salud, y aunque sea media hora baja a la plaza para compartir y ayudar a las y los manifestantes. “Las pocas veces que me he tenido que ir temprano, a causa del malestar en la columna, me siento incómoda en mi casa y hasta me ha dado taquicardia”, contó Mujica, quien dejó las terapias y los tratamientos para dedicarse “a tiempo completo a su labor”.

De acuerdo con Mujica hay vecinas y vecinos que no entienden la importancia “de la lucha planteada en el municipio”. Para ella, estas personas son las que todos lo días se quejan “por las colas y las falta de alimentos y medicamentos”, y “luego regresan a sus casas para ver televisión, planificar qué van a hacer el fin de semana o dónde va a ver el mundial de futbol”.

Aseguró que estará en “pie de guerra” hasta que se vaya e Gobierno. Se considera inmune a las bombas lacrimógenas, aunque admitió que “las que tienen pimienta” le hacen algún daño. No teme a los enfrentamientos: “Quién dijo miedo. Hay que seguir adelante. Para atrás ni para coger impulso”.

“Soy guarimbera”

Son las 8:00 pm. Keka Rodríguez, de 39 años de edad, está sentada en un banco de la plaza Altamira hilando unas cuentas con un nailon oscuro de medio metro de largo. Está construyendo rosarios.

Para Rodríguez los campamentos con carpas instalados en las plaza Bolívar de Chacao; en la avenida Francisco de Miranda, frente a la sede de la ONU en Venezuela; y en la Plaza Alfredo Sadel, en Las Mercedes, “los montó el Gobierno para parar el trabajo que hacían en plaza Altamira”.

Sus más de dos meses de experiencia en las protestas le sirven para afirmar que “la mayoría de las personas que aún se enfrentan con la GNB y Polinacional no son de Chacao. “Vienen de Caricuao, Petare y Baruta”.

Indicó que “muchos de esos jóvenes salen de sus sectores” supuestamente para no ser acosados por sus propios vecinos. “En Chacao tienen más cancha de hacer lo que les da la gana”, expresó.

“Tengo que venir a protestar a Chacao porque si lo hago en Petare, el lugar donde vivo, me caen a tiros”, declaró. Sin embargo, aseguró que todas las mañanas se pone su franela con mensajes opositores y sale de su casa “a buscar justicia”. “Yo sí soy guarimbera y ¿cuál es el problema?”, encaró.

Considera que ser terrorista dista de solo lanzar bombas molotov. Sin embargo, admite que las protesta pueden estar infiltradas. “Siempre hay uno que otro, no puedo decir que no. Nosotros no podemos controlar a todo el mundo. Lo que sí puedo asegurarte es que algunos usan botas militares. Ahí te lo dejo”, agregó.

En su criterio, la protesta es la manera que tiene el pueblo de “sobrellevar la crisis que vive el país”. “Si hemos aprendido a hacer colas, ¿qué más da aprender a ser guerrilleros y terroristas?”, ironizó.

“Soy madre de una joven de 14 años, no tengo pareja, trabajo como comerciante de tortas y dulces artesanales, y la razón por la que estoy en la plaza desde hace más de dos meses es porque no consigo leche, harina de trigo, azúcar ni huevos para trabajar”.

Afirma no aprobar los daños a instalaciones del Estado ni la destrucción de los recursos utilizados para prestar un servicio público (como los autobuses), pero en su criterio “si me dan, yo doy”.

Respecto al daño a la infraestructura del municipio y a la salud de las vecinas y los vecinos, respondió: “Los que no apoyen las protestas que pasen por un lado porque no se les cierra completamente el paso. Y respecto a los gases lacrimógenos, te digo que nosotros no somos los culpables de que nos lancen las bombas”.

No cree en la mesa de diálogo impulsada por el Gobierno Nacional. “Yo no pierdo mi tiempo escuchando estupideces”. A su juicio “la única solución la tiene Maduro en sus manos. Él debe sincerarse con el pueblo y decirle al país que estamos en una crisis. No pido que el gobierno abandone, sino que diga la verdad”.

-Y si el Presidente dice que estamos en crisis, ¿usted dejaría de protestar?
Depende. Puede ser que deje de protestar. Pero mientras eso no ocurra seguiremos en la lucha.

Radicalización

María Teresa Cárdenas es una vecina de casi 60 años de edad. De origen mexicano, tiene 28 años en el país. Vive en la calle Sucre con San Ignacio. “En el ojo del huracán”, como ellas misma lo describe.

De acuerdo con Cárdenas, en el sector opositor en Chacao hay dos bandos que se han radicalizado: quienes están en desacuerdo con las guarimbas y quienes las aprueban. Explicó que el bando que prevalece es el de los que no están de acuerdo con las protestas violentas; sin embargo, aseguró que el sector que las apoya se ha radicalizado. “Se han vuelto muy agresivos”.

“La mayoría de las personas que viven en mi edificio estamos enfermas”, explicó Cárdenas: “Sufrimos de diarrea, cólicos y dolores de cabeza. Creo que hay mucha incomprensión de los vecinos, quienes les atribuyen las víctimas a la Policía Nacional. Yo vi como uno de estos vecinos le lanzó un matero a un agente y lo mandaron al hospital”, relató la vocera, quien reseño como un día la batalla entre manifestantes y la guardia comenzó a la 11:00 am y terminó nueve horas después.

Cárdenas dijo recorrer el municipio en bicicleta y siempre porta prendas que muestran que es chavista; es un hecho que le ha ganado el repudio de algunas personas de la comunidad. “Son muy agresivos; me gritan de todo, me dicen loca, idiota, sucia y que me vaya a mi país. En Chacao hay mucha discriminación contra los chavistas”, manifestó.

María Ortegano ha vivido toda su vida en la urbanización La Castellana. Trabaja como enfermera en el consultorio de la Misión Barrio Adentro, ubicado a pocos metros de las Plaza Bolívar de Chacao.

“Creo que tienen todo el derecho a manifestar pacíficamente; lo que no pueden hacer es destruir el municipio. Eso es terrorismo y pienso que los vecinos que apoyan estos actos violentos son unos sinvergüenzas. He visto que les dan de comer, les llevan agua y hasta café”, expresó.

Para esta vecina, desde el 12 de febrero pasado “la vida en el municipio ha sido insoportable”. Señaló que la única razón por las que los manifestantes violentos no han atacado al modulo es debido a la presencia permanente de Polinacional. Sin embargo, esto no ha impedido que agredan verbalmente a las médicas y los medidos cubanos que laboran en el lugar.

Zona de guerra

Un vecino que prefirió no ser identificado manifestó que la situación ha llegado a un nivel tal de locura que hay personas a quienes no les importa exponer a su hijas e hijos. “Existen personas que permiten que los niños participen directamente en esa locura. Dejan que observen esa violencia y hasta los invitan a que se manifiesten con groserías contra la policía y los guardias”, deploró.

Contó que durante los días más violentos de las protestas era imposible salir a las calles. “Hablan de libertad, pero nos obligan en contra de nuestra voluntad a permanecer encerrados en nuestros hogares. No entiendo cómo hay tanta gente que esté a favor de la violencia. Eso nunca se había visto en este país. Vivimos en una zona de guerra”, opinó.

Según este vecino los manifestantes han tomado el control de la zona. “Cierran las calles, levantan las alcantarillas, despegan las paradas de autobuses y las colocan en el medio de las calles para hacer barricadas. También pueden apagar algunos postes de luz a su conveniencia”, contó.

Se refirió al peligro que corren las y los residentes que no están de acuerdo con esa manera de protestar. Señaló que aquel que se atreve a criticar las manifestaciones es amenazado. “Hasta aquellos que son abiertamente opositores al Gobierno, pero que no apoyan los actos vandálicos, también son reprimidos por los manifestantes. En mi caso, hubo un vecino que dentro de su locura me amenazó y me ofreció unos tiros si continuaba defendiendo al Gobierno”, apuntó.

Contó que cuando los cuerpos de seguridad del Estado logran capturar a un manifestante que ejecuta un acto vandálico, “hay muchos vecinos que defienden al delincuente”; es decir, “comienzan a lanzarles botellas y todo lo que se les ocurre a los policías. No les importa que en la calles estén otras personas ajenas a la situación”, relató.

“Lo más grave de la radicalización”

Pedro tiene 10 años como encargado de un quiosco próximo a la plaza Francia. “Las manifestaciones han hecho que las ventas disminuyan considerablemente”, contó. “No hemos tenido que cerrar permanentemente, pero tampoco podemos trabajar el horario normal”, explicó.

Aunque dice no contar con mucha información, cree que la gran mayoría de los comercios de la zona se han visto afectados por estos acontecimientos.

Recordó que, según la Constitución, en el país existe el derecho a la protesta, pero no está de acuerdo con los extremos. “No creo que se deba quemar o destrozar. Eso ya es vandalismo”, dijo.

Se considera amigo de las vecinas y los vecinos que visitan el negocio, pero manifestó no compartir “el nivel de división al que hemos llegado en el país. Creo que lo más grave es la radicalización. En ocasiones las personas no pueden opinar porque corren el riesgo de ser agredidas por los que no piensen igual”.

CORREO DEL ORINOCO

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