Caracas arriba a sus 445 años como una ciudad que quiere ser otra

Poder sentarse a tomar un rico chocolate caliente en una calle del casco histórico o simplemente sentarse a conversar en la Plaza Bolívar de Caracas son algunas de las tantas costumbres de aquella ciudad de los techos rojos, que en algún momento se perdieron con la tropelía de un porvenir que cambió rutinas que ahora son recuperadas para el disfrute de los caraqueños del siglo que comienza.

Esta semana la ciudad se prepara para conmemorar los 445 años de su fundación el próximo 25 de julio y podrá hacerlo en espacios que dejaron de ser reminiscencias de una Caracas vieja para convertirse en el rostro de una nueva ciudad que irrumpe con sus calles llenas de pueblo.

Entre las obras más importantes recuperadas que hoy disfrutan los caraqueños, está la plaza Bolívar, la Casa del Vínculo, en la esquina de Las Gradillas; la iglesia Santa Capilla y la escuela de música José Ángel Lamas, en la avenida Urdaneta; y el Teatro Principal, cuyo espacio fue emblemático en la década de 1920 por la relevancia que le dio al cine sonoro.

«Esos eran espacios de encuentro para la época y siempre han sido lugares muy emblemáticos para la ciudad», resalta Guillermo Durand, cronista de Caracas, quien destacó en entrevista con la Agencia Venezolana de Noticias, que con la gestión del Gobierno Nacional los caraqueños cuentan con espacios turísticos que pueden recorrer, visitar y disfrutar.

Tiempo y espacios

Durand, recordó que el terremoto de 1812 dio como consecuencia que en tres cuartas partes de la ciudad hayan desaparecido muchas casas y el resultado fue que los caraqueños construyeran viviendas de un sólo piso por miedo a otros movimientos telúricos.

Luego, Antonio Guzmán Blanco, quien fue presidente de Venezuela en tres períodos, al finales del siglo XIX, comienza una transformación en la ciudad, donde derribó templos y conventos para construir obras como el teatro Guzmán Blanco y remodeló la Plaza Mayor, donde funcionaba un mercado, para convertirla en lo que hoy es la Plaza Bolívar.

«Los caraqueños decían que Gúzman Blanco recogió los escombros de 1812, con cierta ironía, y eso hizo que Caracas se convirtiera en París de un sólo piso», recuerda Duránd.

Posteriormente, llega Joaquín Crespo al poder, quien tuvo gusto por dotar a la ciudad de ornatos. Entre sus obras más emblemáticas está la remodelación del parque El Calvario, hoy parque Ezequiel Zamora.

Es hacia la segunda mitad del siglo XX cuando el Estado manejó recursos suficientes para transformar la ciudad desde el punto de vista arquitectónico, con obras de vanguardia, que aún la identifican.

«Caracas se convirtió en una suerte de laboratorio para proyectos de tipo urbanístico, esa fue la primera vez que se pensó de manera racional en cómo enderezar la ciudad», expresa Duránd.

Sin embargo, durante la dictadura del general Marcos Pérez Jimenez, con la reubanización del centro, se derriban muchas casas con valor patrimonial y la prioridad es el ensanchamiento de las calles, por la gran cantidad de vehículos que ya existían en al ciudad.

Entre 1940 y 1950 comienza a desaparecer en la avenida Urdaneta el Museo Colonial de Llaguno y el colegio Chávez que estaban autorizadas para resguardar la memoria de la ciudad.»No hubo manera de que las autoridades entraran en juicio y tumbaron las casas en la esquina de Carmelitas», narra el cronista.

La ciudad que quiere ser otra

Durand señaló que posteriormente el sistema capitalista obligó a las personas a encerrarse en los centros comerciales que comenzaron a sustituir al espacio público en el que los caraqueños compartían rutinas y experiencias, como resultado de las distorsiones originadas por el consumismo.

«La sociedad de consumo existe desde el siglo XIX, el error está en que esas vinculaciones con el mundo moderno nunca pueden darle la espalda a la identidad de un pueblo», resalta Duránd.

El cronista caraqueño resalta el hecho de que las autoridades se hayan dedicado en años recientes a intervenir y rescatar los lugares más emblemáticos de centro histórico, como el Teatro Principal, edificio inaugurado el 18 de abril de 1931, que destaca por ser el primer teatro del país que contó con armazón de acero, balcón delantero y un tratamiento acústico en las paredes.

Sin embargo, agregó que el patrimonio de la ciudad, no son solo plazas y monumentos, también hay documentos, como los que resposan en el Archivo histórico municipal de Caracas, ubicado en el Palacio Municipal, esquina de Las Monjas.

El cronista resaltó que con el rescate de estos archivos y su puesta en uso social, con disponibilidad para los caraqueños habra una «mejor aproximación de lo que ha sido el pasado histórico de la ciudad de Caracas».

«Cada ciudad puede ser otra cuando el amor pinta los muros», dice un poema de Mario Benedetti. Con la gestión del gobierno nacional y local, la ciudad se muestra nueva ante los caraqueños, sin embargo, «querer a la ciudad no es un mero eslogan, tiene que estar acompañado de propósitos y de convicciones porque la ciudad es como nuestra casa, hay que estar bien para sentirnos bien».

AVN

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