ESPECIAL | Hugo Chávez en la Cumbre de Copenhaguen 2009 sacudió la conciencia de los pueblos del mundo

Foto: Archivo

Palacio de Miraflores, Caracas. – Hugo Rafael Chávez Frías en la Cumbre Climática en Copenhague, la capital y la ciudad más poblada de Dinamarca. El Líder Eterno se encontraba allí para asistir a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en la cual pronunció un discurso sin precedentes, al sacudir la conciencia de los pueblos del mundo, quedando a la posteridad cada una de las palabras compartidas, por su significado, carácter analítico y de provecho para la solución de flagelos que perturbaban al mundo.

En su discurso, secundó exigencias de un grupo de jóvenes que se encontraban a las afueras del salón que albergó la cita internacional ese 16 de diciembre del año 2009, uno de los lemas más emblemáticos que recorrían las calles de esta ciudad: “¡No cambiemos el clima, cambiemos el sistema!”, la segunda consigna que llamaba a la reflexión y estaba a tono con la crisis bancaria que golpeaba al mundo era: “Si el clima fuera un banco, ya lo habrían salvado”.

Con su temple característico, elocuencia, irreverencia y empatía, Hugo Chávez se puso, una vez más, del lado de quienes no tenían la posibilidad de pararse en esta tribuna y en su discurso dio voz a estos jóvenes preocupados por el futuro del mundo y asumió las propuestas como bandera, denunciando la actitud irresponsable y la falta de voluntad política de las naciones más poderosas ante los temas climáticos.

“Allá afuera hay mucha gente ¿saben? Claro, no caben en este salón, mucha gente (…) Son jóvenes preocupados, creo que con razón, mucho más que nosotros por el futuro del mundo; nosotros tenemos la mayoría de los que estamos aquí ya el sol a la espalda, ellos tienen el sol al frente y están muy preocupados. Se oyen dos poderosas consignas”, rescataba ese día ante esta XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, denominada COP 15 (15a Conferencia de las partes), y que fue organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que organiza conferencias anuales desde 1995 con la meta de civilizar costumbres y lograr objetivos para reemplazar los del Protocolo de Kioto, que terminó en 2012.

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En sus palabras impregnadas de argumentos y planteamientos de valor y fuerza que permitieran alcanzar un documento que respondiera a las expectativas de la humanidad sobre el cambio climático, Hugo Chávez delineó paso a paso mecanismos para lograrlo, al señalar como “imprescindible un nuevo y único acuerdo aplicable a partes absolutamente desiguales por la magnitud de sus contribuciones y capacidades económicas, financieras y tecnológicas y que esté basado en el respeto irrestricto a los principios contenidos en la Convención”.

Él hablaba siempre de una realidad de un mundo nada democrático , en donde el sistema mundial no se mostraba nada inclusivo, sino más bien estaba planteada una dictadura imperial, razón por la cual elevó en este foro la necesidad de que los países desarrollados “deberían establecer compromisos vinculantes, claros y concretos, en la disminución sustancial de sus emisiones y asumir obligaciones de asistencia financiera y tecnológica a los países pobres para hacer frente al peligro destructivo del cambio climático”.

E incluso, como solía hacerlo, Chávez no se limitó al tema que convocaba a esta importante reunión, sino también puso sobre la mesa que “el cambio climático no es el único problema que afecta a la humanidad, otro flagelo e injusticias nos acechan. La brecha que separa a los países ricos y pobres no ha dejado de crecer”.

Es decir, Chávez sintió y vio esta oportunidad de oro para elevar muchos flagelos que afectaban en ese momento al mundo y que desafortudamente aquejaban mucho más a los pobres y vulnerables, él fue la voz de los que no tenían voz también para exponer temas que promovieran la inclusión de los pueblos del mundo.

“¡Abajo la dictadura imperial, y que vivan los pueblos, la democracia, y la igualdad del planeta!”, abogó el Comandante Eterno en sus palabras que se prolongaron por veintiséis minutos, en el que la denuncia frente a las injusticias estuvo a flor de piel.

Señalaba en aquella Cumbre que no darían cabida a “un texto complaciente, sin compromisos reales de los ricos, los mayores emisores de gases contaminantes” y que “ni Venezuela ni el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) tolerarían un acuerdo maquillado”.

¡Presionemos a occidente, hagamos prevalecer la justicia!, era la convocatoria del líder ante la multitud, quien criticaba que en esa misma cita se veía un ejemplo de la exclusión. “Hay un grupo de países que se creen superiores a nosotros los del sur, los del tercer mundo, a nosotros los subdesarrollados, o como dicen Eduardo Galeano: Nosotros los países arrollados como por un tren (…)”.

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Alertaba, sin embargo, con la acuciosidad que siempre lo determinaba que ese escenario imperial no era de extrañar, pues “no hay democracia en el mundo y aquí estamos una vez más ante una poderos evidencia de la dictadura imperial mundial”, mientras que ilustraba que Copenhague era recorrida por un fantasma.

“Creo que ese fantasma anda en silencio por esta sala, entre nosotros (…) ese fantasma es un fantasma espantoso, casi nadie quiere nombrarlo, el capitalismo, es el fantasma, casi nadie quiere nombrarlo”, dijo.

Criticaba el conservadurismo político y el egoísmo de los grandes consumidores de los países más ricos que “denotan una alta insensibilidad y falta de solidaridad con los más pobres, los hambrientos, los más vulnerables ante los desastres naturales” y “el capitalismo, el modelo de desarrollo destructivo está acabando con la vida, amenaza con acabar definitivamente con la especie humana”.

En sus reflexiones Chávez estremecía a una audiencia y al mundo entero una vez más con su carácter analítico en el que aterrizaba los verdaderos problemas de un mundo asimétrico y lleno de desigualdades.

La cumbre fue sobre cambio climático, pero fue más allá en sus exposiciones, porque como él mismo lo decía se trata de eslabones que deben ir así: Siempre enlazados para conservar la cadena y poder atender y dar soluciones a las grandes necesidades de los pueblos.

Confiaba así el Comandante Chávez en la determinación de los pueblos y en que un mundo mejor es posible. Hoy muchas actitudes arrogantes y supremacistas siguen recorriendo el mundo.

Es una lucha constante y compromiso de los que han tomado el compromiso que delineó Chávez: Hacer un mundo más justo e inclusivo.

Prensa Presidencial / Anaís Pérez

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